Vengo de una larga noche
estoy saliendo de las aguas saladas.
La soledad es una alta muralla
que me cierra todos los horizontes.
Levanto los ojos y no veo nada.
Se fueron.
Mi compañia es la soledad,
mi alimento la angustia.
No quedan rosas. Todo es luto.
¿ Dónde estás ?
Una cruel agonía se me ha detenido, congelada,
en lo hondo de las entrañas.
Dame la mano, apriétamela;
sácame de este negro calabozo.
¡No me cierres la puerta, que estoy solo!.
Mis gritos llenan la noche.
Despierta.
¡Mira que el miedo y la noche
me rondan como fieras!
Pero sé que la aurora volverá
y la armonía cubrirá el horizonte
y ríos de consolación correrán por mis venas
y mi alma de paz se llenará.
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