sábado, 31 de marzo de 2012

La Esperanza




Vengo de una larga noche
estoy saliendo de las aguas saladas.
La soledad es una alta muralla
que me cierra todos los horizontes.
Levanto los ojos y no veo nada.
Se fueron.
Mi compañia es la soledad,
mi alimento la angustia.
No quedan rosas. Todo es luto.
¿ Dónde estás ?
Una cruel agonía se me ha detenido, congelada,
en lo hondo de las entrañas.
Dame la mano, apriétamela;
sácame de este negro calabozo.
¡No me cierres la puerta, que estoy solo!.
Mis gritos llenan la noche.
Despierta.
¡Mira que el miedo y la noche
me rondan como fieras!
Pero sé que la aurora volverá
y la armonía cubrirá el horizonte
y ríos de consolación correrán por mis venas
y mi alma de paz se llenará.
m




2 comentarios:

Marian dijo...

¡Gracias querida amiga.! Que vivamos muy cerca de su corazón, contemplando tan grandes misterios.
Un abrazo. Dios te bendiga!!!

Anónimo dijo...

Uff,, sobrecogedor, no puedo decirte nada más, solo que sigas escribiendo de esta manera.