Sentada sobre el suelo de la sala de exposiciones, contemplo tus fotografías y en ellas el transcurrir de tu vida.
Agachado , sujetando cuidadosamente entre tus manos, aquellas flores que luego fotografiarías u observando esas lindas mariposas que tanto te gustaban.
Hoy lloro contemplando tu imagen.
Pero ya no voy a llorar más, porque te miro y veo en tu sonrisa y en el brillo de tus ojos, tu felicidad.
Tú fuiste muy feliz, viviste la vida como quisiste, sin prejuicios, sin importarte lo que dijeran, ayudando al que lo necesitaba, aunque hubo quien te hizo daño, mucho, mucho daño.
Te miro y siento que me dices que no llore, que estás bien, con mamá y papá, con mi Dios, que eres feliz y que en lo que tarda el aleteo de una mariposa estaremos todos otra vez juntos.
Hoy es la última vez que vengo.
He querido estar sola para hablarte en la intimidad y llorar, llorarte si es posible por última vez.
En los últimos tiempos hablamos tanto, conversaciones largas, intensas y profundas; más de uno se echaría a temblar si las conociera pero son tuyas y mías, nadie nunca las oirá.
Cuando salga por esa puerta, hermano mío, me limpiaré las lágrimas y sonreiré.
Así somos nosotros, sonreímos aunque la pena nos mate por dentro porque hay que ir regalando sonrisas.
Y así cuando te recuerdan todos ven tu sonrisa, eso pasa contigo.
Todos me dicen " Siempre tenía para todos, una palabra amable y una sonrisa, era un hombre bueno".
Qué palabras más lindas, cuando te las dicen de verdad, de corazón, con sentimiento, ¡qué honor!.
Tantos te recuerdan y te lloran, no sólo nosotros, tu familia, sino todos tus amigos e incluso aquellos que no te conocieron personalmente.
Eras conocido en todo el mundo por tus fotografías y ahora también a través de mí ,mis amigos blogueros.
Ellos saben que eres mi hermano, una persona muy especial y comparten mi dolor.
Les doy a todos las gracias por su apoyo, su cariño y sus lindas palabras de consuelo.
Te veo reír diciendo " Mi hermana, ya se ha puesto a contar sus cosas por Internet, ya no le basta el boli y el papel".
Así es, aunque aún sigo utilizando el boli y el papel.
Bueno, ya no lloro, estoy sonriendo, dejo aquí tus fotos, mis lágrimas y me voy, me voy a mi Iglesia, voy hablar un ratito con mi Dios, de todos y de todo.
Ya mis ojos no lloran, mi alma sí, pero estoy tranquila.
Siento que siempre estaréis con nosotros.
m