lunes, 29 de abril de 2013

FRANCISCO

                                                                   

Hacía pocos meses que ése era tu hogar y el azar de la vida hizo que yo cruzara su portal.
A lo lejos te vi, caminabas lentamente, te ayudabas con un andador, mis ojos siguieron tus pasos y mis pasos los tuyos hasta llevarme a ti.
Estabas bajo un naranjo preparando la tierra para sembrar en tu huerto.
Un huerto que aún no era huerto.
Comenzamos hablar, no recuerdo con exactitud aquellas primeras palabras, lo que sí recuerdo es que detrás de aquellas vinieron otras muchas, largas conversaciones mantuvimos, conversaciones que siempre quedarán entre tú y yo.
Comencé a ir día tras día a intentar ayudarte en tu huerto.
Tú me enseñaste a cavar, a sembrar, a regar e incluso a podar.
Mucha paciencia tuviste conmigo pero yo también contigo.
Cómo me regañabas cuando me equivocaba pero yo nunca me enfadé, sonriendo te decía:
Francisco, vale, ya lo he aprendido, ya no lo hago mal más.
Nunca había cogido una azada ni había sembrado, nunca había cultivado, era mi primera vez pero esto tú no lo entendías y me echabas unas.
Sin embargo, pienso que era todo puro teatro porque te lo pasabas en grande conmigo.
Todas las tardes esperabas impaciente mi llegada y con una gran sonrisa me recibías.
Ay de mí, si me retrasaba,  allí estabas tú y tu regañina.
Tarde tras tarde, día tras día cultivando la tierra conseguimos crear un bonito huerto.
Ya no estábamos solos, primero nos acompañó Antonio y más tarde se nos unió Eulogio.
Pero el huerto era tuyo y mío, eso tú me decías y eso era lo que yo sentía.
Tú me decías que yo te daba alegría, no sé bien quién le daba más alegría a quién.
Como han llorado mis ojos y mi corazón entre tu huerto, sólo lo sabes tú.
Nunca olvidaré como te esmerabas en secar mis lágrimas e intentabas hacerme reír.
Me contabas miles de anécdotas intentando alejar mi sufrimiento, bien sabes que no siempre lo conseguías pero también bien sabes que siempre te sonreía.
Así eras tú feliz y así era yo feliz, viéndote a ti feliz.
Pero como todo termina, así termina la vida.
Un día te fuiste, nos dió tiempo a despedirnos.
Ya no estás tú, ya no hay huerto, sólo queda la tierra y en ella nuestra huella.
Esa tierra que te unió a ti y a la niña, como tú me llamabas.
Pues desde aquí esa niña te dice:
Coge la azada, ponte la gorra, prepara la tierra para cuando yo llegue, te llevo simiente de pimientos, de tomates, …     y tranquilo, no olvido el mancaje.

                                             m
 

sábado, 20 de abril de 2013

SU CAMINAR



En un instante,  su día se convirtió en noche,  su noche en pesadilla.
Ella camina su sendero,  apartando la oscuridad para no tropezar.
No le es fácil, a cada paso un obstáculo y con él, un echar hacia atrás.
Día tras día, así es su caminar.
Ella no se rinde porque aprendió a luchar.
Una lucha cada vez más serena aunque el alma se le muera.
Ella no se rinde y jamás lo hará.
Siempre seguirá buscando la luz entre la oscuridad.
Esa luz que la guiará a dónde ella quiere llegar.

                                           m

miércoles, 10 de abril de 2013

LOS MACHINES



Repartidos por España andan los miembros de una familia cuyo origen es un pueblo de la Alpujarra andaluza.
Éstos se apellidan García.
Qué puedo decir yo de los García, si yo soy un García.
Quien me conoce a mí, los conoce a ellos porque yo soy como ellos y ellos son como yo.
No sólo compartimos genes y apellido sino también el temperamento, el carácter y la cabezonería, entre otras muchas cosas.
Tenemos muchos defectos pero también alguna que otra virtud.
Hace unos días después de muchos, muchos años, volvimos a estar juntos, por desgracia ya no todos porque algunos ya partieron.
Contamos con nuevas incorporaciones, incorporaciones encantadoras.
Y todos los García, los mayores, los medianos, los jóvenes, los niños y las nuevas incorporaciones hemos pasado momentos inolvidables, llenos de alegría y cómo no, de nostalgia por aquellos que ya no están y que nunca olvidaremos, en el pueblecito de nuestros orígenes tan querido por nosotros.
He de contaros que en este pueblo de la Alpujarra a esta familia García, nos apodan” Los machines”.
No sabemos bien el por qué, dicen que hubo una vez un García que cantaba  muy bien, tan bien como Antonio Machín y que de ahí viene.
No sé yo, porque ese don no lo heredé!!.
Pero nos da igual de dónde venga, nosotros somos los García, orgullosos de ser ” Los machines”.
Desde aquí, con mis humildes palabras quiero homenajear a” Los machines” y en especial a los que se fueron tan pronto.
Estoy segura que se sintieron tan felices como nosotros y que nos acompañaron en todo momento.
Y a los que aún permacemos aquí, no lo olvidéis “El año que viene más”.
Un beso y como dicen mis primos:
          ¡VIVA LOS MACHINES!


                                              
                                                  m